(ANS – Ciudad del Vaticano) – En la mañana del viernes 12 de octubre, el Rector Mayor de los Salesianos, Don Pascual Chávez, ha intervenido en los trabajos de la XIII Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos; una llamada y una propuesta práctica sobre «La «urgente necesidad de iniciar y fomentar una» cultura vocacional «en la Iglesia».
La intervención de Don Chávez hizo referencia al n. 83 del Istrumentum Laboris – que sobre la cuestión de la escasez de sacerdotes invita a poner en marcha una pastoral vocacional fuerte – y a los números 159-161, que se centran en la «centralidad de las vocaciones» en el proyecto de la Nueva Evangelización.
«Evangelización y vocación son dos elementos inseparables. – dijo el Superior General de los Salesianos – Por otra parte, el criterio de la autenticidad de una buena evangelización es su capacidad para suscitar vocaciones, la maduración de los proyectos de vida evangélica, para implicar a toda la persona de los que son evangelizados, hasta que se conviertan en discípulos, testigos y apóstoles «. Por esta razón, la pastoral eclesial debe convertirse en vocacional creando una cultura de la vocación «, que es una forma de pensar y de afrontar la vida como un don recibido gratuitamente de Dios para un proyecto o una misión según su designio».
La vocación cristiana es un encuentro, una relación personal de amistad que llena el corazón y transforma la vida: «Este Sínodo de la Nueva Evangelización debe ayudar a todos los pastores a ser verdaderos guías espirituales para los jóvenes, como Juan el Bautista, señalando a Jesús a sus discípulos: y diciéndoles: ¡He aquí el Cordero de Dios!». Un encuentro que es comunicación e intercambio del entusiasmo y de la pasión con la que se vive la propia vocación.
«Más que campañas vocacionales que poner en marcha, las parroquias, todos nuestros centros educativos pastorales debe ser capaces de crear un microclima donde crezcan y maduren las vocaciones, formando una auténtica cultura vocacional en la que la vida es concebida y vivida como un regalo, como vocación y misión, en la diversidad de opciones «, sugirió el Rector Mayor señalando que si son conocidas las causas de la disminución de las vocaciones, son menos claras y decisivas las respuestas a este fenómeno.
La dimensión vocacional constituye el principio inspirador y la salida natural de la pastoral juvenil: «La pastoral vocacional debe crear las condiciones adecuadas para que cada joven pueda descubrir, asumir y seguir responsablemente la propia vocación.»
El contenido de una auténtica cultura vocacional se refiere a tres áreas: antropológicas (concepción y presentación de la persona humana como una vocación), educativas (proponer valores relativos a la vocación) y pastorales (relación entre vocación y cultura objetiva y sacar conclusiones para el trabajo vocacional).
Don Chávez ha sugerido una propuesta operativa dividida en cuatro puntos:
- Formar en las estructuras eclesiales un ambiente / cultura en que la propuesta vocacional pueda ser bien entendida, favorablemente acogida, y alcanzar así la madurez: «Un ambiente de alegría y de familia, impulsado por una fuerte experiencia espiritual que hace que los jóvenes descubran a un Dios que les ama y tiene para cada uno un plan de felicidad y de vida plena, en una relación de amistad con Jesús y María, y la adecuada experiencia sacramental que apoya y estimula los esfuerzos de crecimiento en la vida diaria. Todo esto impregnado de una fuerte pasión apostólica, que les lleva a ser personas para los demás, listos para el servicio y dedicados a él. «
- Ofrecer a los que buscan una orientación para la vocación una verdadera guía espiritual que ayude al conocimiento de sí; al reconocimiento de Jesús, el Señor Resucitado, como el significado supremo de su propia existencia, el descubrimiento de la propia vida y los acontecimientos de la historia como un regalo de Dios y como una llamada, y, por último, la asimilación personal de los valores del Evangelio.
- Un intenso amor por la Iglesia.
- Educar para la oración personal que ayuda a los jóvenes a adoptar actitudes tales como el silencio, la reflexión, la capacidad de leer la propia vida, la disponibilidad a escuchar y a la contemplación, la gratuidad y la confianza.
«Los jóvenes de hoy viven a menudo en un entorno poco propicio para la vida espiritual. Están inmersos en una cultura del consumismo y de la ganancia, del disfrute personal y de la satisfacción inmediata de los deseos. Por otra parte, encontramos en los adolescentes y jóvenes una búsqueda de interioridad, un esfuerzo por comprender su propia identidad, así como una apertura y una sincera búsqueda de una experiencia de trascendencia. «