«Un Dios prohibido», la película sobre los mártires de Barbastro que se estrenó el pasado viernes 14 de junio en 40 ciudades españolas, ha impactado a los críticos por la fuerza de los hechos que narra y por el guión puesto al servicio de los acontecimiento reales. Eso le da su gran fuerza: la energía de lo real.
Lo cierto es que es muy difícil encontrar reseñas de esta película, la primera que recoge un martirio de los años 30 en más de medio siglo, en la gran prensa española, tanto de izquierdas como de derechas. Pero los críticos en la prensa de cine y cultura en Internet se están pronunciando en una línia similar, asombrados por la vivacidad de la historia que se narra.
Extractos de algunas críticas:
»Más allá de la pericia de Pablo Moreno y de su equipo, de las limitaciones evidentes de presupuesto y de todo lo que ustedes quieran añadir, la película me parece -paradójicamente, sí-formidable. Es arrolladora, te pasa por encima y te deja planchado, aunque lleves puesto al crítico de cine que siempre va contigo, durante nada menos que 124 minutos.
»Nunca nadie había hecho en España un relato así sobre la sangre del verano del 36como el que firma Juanjo Díaz Polo, que se ha pegado a las actas del martirio y las ha dramatizado (ya me perdonarán, pero así se le llama al arte de contar en el cine) en un guionazo muy inteligente, que logra agilidad, humor, mesura, comprensión, ingenuidad y realismo (muchos seminaristas de los años 30 eran así, muchos anarquistas de los años 30 era así). Quien crea que esto es fácil es que no tiene la menor idea de lo que es hacer cine. […]
»Un obispo, 127 sacerdotes (de un total de 144), 5 seminaristas, 51 Misioneros Claretianos, 9 religiosos de las Escuelas Pías, 18 Benedictinos del Monasterio del Pueyo. Una lista que estremece, ganas dan de mencionar , uno por uno, los nombres de los que murieron asesinados en la pequeña diócesis oscense de Barbastro en julio y agosto de 1936, después de ser tratados con un ensañamiento que produce vértigo.
»La película no glosa. No se recrea, no juzga. No catequiza. Simplemente cuenta, y mientras cuenta, te olvidas de Franco, de Durruti, de rojos y azules, de esta España nuestra, capaz de lo mejor y de lo peor en un palmo de terreno.
»Se te clavan en el alma palabras (“Morimos todos rogando a Dios que la sangre que caiga de nuestras heridas no sea sangre vengadora”) e imágenes (ese Cristo Eucaristia embutido en pan con chocolate, el toreo con seminarista, un gitano aferrado a un rosario que no entiende que se pueda prohibir a Dios) que se quedan ahí dentro, muy dentro, muy abajo.
-Alberto Fijo, en Fila Siete
»Es la historia de una encerrona en la que no queda otra alternativa que estirar el alma o enloquecer. Y estos claretianos estiraron su alma con la comunión diaria, que traían en el cesto del desayuno. Y con unos pequeños palitos que se inventaron para rezar el rosario, sin hacer ruido, porque Dios estaba prohibido. Y cuando superaron el desconcierto que trae la muerte, se despidieron con pequeñas notas en las paredes, en el taburete del piano y en el piso de madera donde estaban prisioneros.
–La Nueva España
»“No os matamos porque hayáis hecho nada malo sino por lo que representáis”. Ésa es la terrible frase que refleja la irracional justificación que les dieron los milicianos anarquistas a los seminaristas de Barbastro y que queda reflejada enUn Dios prohibido. […]
»Un Dios prohibido es, sin duda, la película mejor y más emocionante que se ha hecho en nuestro país sobre martirio, sobre odio a la fe, un drama imprescindible para todos aquellos que quieran recuperar esa “memoria histórica” del sufrimiento de la Iglesia en la Guerra Civil y que nunca, hasta ahora, había sido reflejado en el cine español desde el comienzo de la democracia.
-Juana Samanes, en Hispanidad
»Realizada con rigor, quizás demasiado larga por fidelidad a los hechos históricos, nos ofrece una primera parte de contextualización del conflicto que se avecinaba y de presentación de la vida del seminario así como la preocupación que genera el momento, después se centra en la estancia de un mes en el salón de los escolapios donde estuvieron detenidos y donde se platean las relaciones con los milicianos y el comité, la convivencia entre ellos, la vida espiritual y su disposición a dar la vida,mientras que los últimos veinte minutos tratan sobre el fusilamiento, en distintos momentos y lugares, de los padres que les acompañaban y de los seminaristas, y donde se destaca su coraje interior y la decisión de coherencia con la fe profesada.
»Hay momentos emotivos como la lectura de la despedida a la Congregación: “Morimos todos contentos sin que nadie sienta desmayo ni pesares: morimos todos rogando a Dios que la sangre que caiga de nuestras heridas no sea sangre vengadora, sino sangre que entrando roja y viva por tus venas, estimule tu desarrollo y expansión por todo el mundo” o el momento donde en un pañuelo juntan sus sudores como recuerdo para los que sobrevivirán como testigos.
-Peio Sánchez, en Cine Espiritual para todos
»La película de Moreno conecta con “De dioses y hombres”, pues en ella también Xavier Beauvois trataba de recoger la paz y mansedumbre que la fe daba a esos hombres de Dios, en una actitud alejada de cualquier crispación o rencor. Se puede decir que la tensión dramática de la cinta nace de la propia realidad de los hechos, pero que no llega a fraguarse desde la dramaturgia… y que, por tanto, se echa en falta intensidad en la puesta en escena. En realidad, hablamos de un personaje colectivo que no deja lugar a unas historias particulares.
-Julio R. Chico en La Mirada de Ulises
»La ausencia en Un Dios prohibido de maniqueísmos, revanchismos, simplismos… y tantos “ismos” que lastran la mayoría de nuestras películas sobre la contienda nacional, es sin duda su mejor baza.
»La película es eminentemente coral. Muchos actores y muy bien dirigidos. Son protagonistas los religiosos y son protagonistas las milicias populares. Y en cada colectivo hay algunas individualidades más desarrolladas desde el punto de vista dramático, enriquecidas con matices y complejidades, como es el caso de Esteban (Javier Suárez), un seminarista que quiere ser seducido y salvado por Trini, una miliciana (Elena Furiase); o el líder de la CNT, Eugenio Sopena (interpretado por Jacobo Muñoz, director del casting), que trató de imponer la moderación a las hordas anarquistas, o el hermano Vall, cocinero del seminario (Juan Lombardero), un testigo sufriente de toda aquella barbarie.
»La película ante todo es el testimonio de fe de unos jovencísimos seminaristas a quienes ofrecen la libertad a cambio de colgar la sotana. No están interesados en hacer política ni buscan polemizar con los republicanos. Sólo quieren ser fieles a su vocación y obedientes a la voluntad de Dios. No se sienten llamados al heroísmo, pero no pueden negar a Cristo. Simple y llanamente.
-Juan Orellana, Alfa y Omega / Pantalla 90
»La película relata pormenorizadamente la detención de todos ellos por la célula anarquista que se hizo con el mando de la ciudad, las crueles torturas físicas, psíquicas y morales a las que fueron sometidos durante su corto cautiverio, y finalmente su asesinato a sangre fría y sin ningún juicio previo. Todos ellos fueron beatificados por Juan Pablo II: los claretianos, en 1992, y el obispo y “El Pelé”, en 1997.
»El guionista Juanjo Díaz Polo y el director Pablo Moreno aciertan al tomar como puntos de referencia dos relevantes películas recientes: “De dioses y hombres”, del francés Xavier Beauvois, y “Encontrarás dragones”, del inglés Roland Joffé. De esta manera, “Un Dios prohibido” se centra más en la heroica santidad de los mártires —sobre todo en su amor a Cristo y en su sorprendente capacidad de perdonar— que en el fundamentalismo ateo y en la irracional crueldad de los verdugos, aunque ambas actitudes quedan reflejadas con claridad en la película, sobre todo en la terrible castración, humillación pública y ejecución del obispo de Barbastro. Este enfoque ponderado y nada revanchista, más religioso que denunciatorio, matiza y eleva cada secuencia del sólido guion, de la cuidada puesta en escena y del ágil montaje.
-Cope.es
En contra de la película
La prensa hostil a una película que describa estos hechos históricos por lo general no la criticará, sino que simplemente se mantendrá en silencio, para que pase desapercibida.
Una excepción la encontramos en una crítica de cine del Diario de Sevilla, firmada por M. J. Lombardo, que arremete contra la película, con adjetivos como «anestesiante», «pequeño» y menospreciando el testimonio de los mártires. Textualmente:
»Nuestros curas mártires claretianos de Barbastro (Huesca) no son, ay, los de De dioses y hombres, que más quisiéramos. Aquí todo despide el inconfundible aroma de la anestesiante sobremesa catódica, el maniqueísmo ramplón del guión didáctico, la épica postiza que parece ya inevitable en nuestro audiovisual patrio para engrandecer lo que se sabe pequeño y, hasta cierto punto, ridículo.