(ANS – Turín) – El segundo día de la peregrinación de los Capitulares Salesianos a los lugares de Don Bosco, con la visita matutina a I Becchi, lugar natal de Juan Bosco, y por la tarde a Valdocco, fue un retorno a la fuente de la consagración religiosa; mientras las lecturas del día recordaron el tema de la radicalidad, necesaria para los que son llamados a seguir a Cristo: «Habéis oído que se ha dicho… pero yo os digo…» (Mt. 5,38-48).
Gran emoción de los Capitulares al ver la pequeñez de una casa entre en las colinas de Asti, en comparación con la extensión de la presencia salesiana en el mundo; pero más allá de la curiosidad de los que estaban allí por primera vez, surgió la conciencia de que cada salesiano encuentra allí el ritmo justo de su respiración.
Lo expresó también el cardenal Severino Poletto, arzobispo emérito de Turín, en la homilía de la misa de los Capitulares: cuando llegan al Colle, los salesianos puede hacer propias las palabras del Salmo 86 «todos hemos nacido aquí», desde el momento que les fue dado a ellos el ver «la roca de la cual fueron tallados, la cantera de donde fueron extraídos». Y lo confirmó con entusiasmo espiritual el Rector Mayor en el agradecimiento al cardenal, diciendo que en realidad él mismo puede decir, viendo la casita de I Becchi, «me parece haber nacido aquí».
El cardenal Poletto luego dio a los capitulares un testimonio autorizado sobre la íntima relación que hoy une la congregación a la Iglesia en su conjunto y los exhortó a elegir al próximo Rector Mayor, pidiendo a Dios el «mostrar lo que Él ha elegido. «Queremos ponermos en camino con el Papa Francisco», subrayó Don Pascual Chávez.
Por la tarde, de regreso en Valdocco, los participantes en el CG27 le Camerette, la capilla Pinardi, el oratorio festivo, las tumbas de los Rectores Mayores y la iglesia de San Francisco de Sales, definida por el P. Aldo Giraudo como «la Porciúncula de los Salesianos. (…) Todo tiene sus raíces aquí, en la caridad, del amor oblativo, en la entrega incondicional de sí a Dios, amado sobre todas las cosas, y en la dedicación a los jóvenes».
El rezo de las Vísperas, con el rector de la Basílica de María Auxiliadora, P. Francesco Lotto, cerró el programa del día, dejando para la tarde la posterior meditación personal sobre lo vivido y la posibilidad de construir la fraternidad que es «el criterio de verificación de toda auténtica vida consagrada, que la hace atractiva, fascinante y fructífera».