ROMA (ACI).- Hoy se realizó el funeral del primer cristiano fallecido en la Franja de Gaza. Se llamaba Abu Boulos Salem, tenía unos 50 años y 5 hijos. Es la primera víctima cristiana de la operación «Columna de humo» conducida por las fuerzas armadas israelíes.
«Tenía problemas de corazón y no ha soportado la tensión de estos días. No se despertó después de haber conseguido dormir un poco», dice a Fides la hermana Nazareth, religiosa de la rama femenina del Instituto del Verbo Encarnado (IVE), responsables de la parroquia católica de la Sagrada Familia en Gaza.
Boulos Salem era un cristiano ortodoxo. En su funeral, celebrado esta mañana en la iglesia greco-ortodoxa de Gaza, también han asistido muchos católicos, comenzando por el párroco, Padre Jorge Hernández.
La hermana Nazareth relata que «había más de un centenar de personas. Hablar con ellos, era obvio que todos viven en el miedo. Recuerdan haber experimentado situaciones similares. Viven en la angustia sobre todo por sus hijos. Están aterrorizados de que pueda iniciar el ataque por tierra. Este estado se prolonga desde hace días, por la noche no se puede dormir, y todo esto está empezando a sentirse en los nervios y el ánimo de muchos».
Sor Nazareth confirma que hasta ahora la respuesta militar no ha tenido interrupciones: «después del funeral hemos celebrado la Santa Misa en la parroquia católica. Estaban presentes unas veinte personas. Y podíamos oír las explosiones, que se han sucedido a los largo de toda la mañana, sin detenerse»
Los más afectados son los niños: los que son asesinados y heridos, pero también todos los demás. «Es una paradoja que precisamente hoy celebremos el Día del Niño», señala la hermana Nazaret. «Estábamos hablando de ello con los padres de familia que hemos encontrado en el funeral, sus hijos están sufriendo ataques de crisis nerviosas. Viven con terror por todo lo que sucede. Las madres y los padres tienen miedo de que se vean marcados para siempre».
Ante esta difícil situación, la presencia de la hermana Nazareth y sus amigos ayuda a muchos a no volverse locos por la angustia y el dolor. Nadie se acerca a la iglesia, para no correr el riesgo. Y por eso ellos se dedican a consolar a cada familia por teléfono, preguntando acerca de las necesidades de cada uno.
La religiosa argentina explica que «muchos se sorprenden por el hecho de que nos hemos quedado aquí. Dicen: si nosotros tuviésemos la posibilidad de huir, lo haríamos sin pensarlo ni un momento. Pero ustedes que pueden irse, se quedan aquí con nosotros».
«Esto, para nosotros y para ellos, es una señal potente de que la Iglesia es madre y no abandona a sus hijos, especialmente en tiempos difíciles», concluye.