L’ Osservatore Romano – Un agravamiento ulterior de la situación militar en Siria tendría consecuencias terribles sobre la ya martirizada población. Lo dice entristecido el cardenal Robert Sarah, presidente de Cor Unum, porque ha tocado con su propia mano el drama que se consuma diariamente entre la gente siria, tanto la que permanece, pero desplazada, en su tierra como la que busca refugio en los países limítrofes. Tuvo experiencia personal de ello al visitar los campos de refugiados en Líbano y Jordania, en febrero, cuando fue a la región a llevar la ayuda y la solidaridad del Papa.
– Han pasado siete meses de la misión que usted encabezó para llevar a los refugiados sirios la solidaridad y el apoyo del Papa. Ya entonces la situación humanitaria del país se consideraba insostenible. ¿Qué ha cambiado en estos últimos meses?
– Las cifras indican un rápido agravamiento de la situación. Pude ver en persona la vida en el interior de los campos de refugiados, cuando fui enviado por el Papa a Líbano y Jordania. Me dí cuenta de la situación desgarradora que vive quien se ve obligado a dejar su casa, sus bienes, sus afectos. Los rostros de las personas, sus historias, reflejaban el gran sufrimiento, fruto de la violencia que se han visto obligadas a sufrir, inermes.
Son de ayer los datos de la Onu sobre la situación de los refugiados y desplazados internos en Siria: ya son más de 2 millones los refugiados que se agolpan en los países limítrofes. Piense que cuando visité esos lugares eran cerca de 230.000. Se trata de una cifra alarmante. Un aumento del 97 por ciento respecto a hace un año. Quiere decir que más del 30 por ciento de la población siria -si a los refugiados se suman los desplazados internos- está obligada a dejar sus casas, obligada a vivir en condiciones de extrema pobreza y dificultad. Y pensando en posibles intervenciones armadas, se puede prever una escalada que tendría consecuencias terribles.
– ¿Ha proseguido la obra de asistencia de Cor Unum?
– Bajo la coordinación conjunta del Consejo pontificio Cor Unum y de Caritas Internationalis, las Caritas de Oriente Medio (Mona) junto a otras organizaciones católicas continúan en el apoyo no sólo a los refugiados, que siguen huyendo de Siria hacia los países limítrofes, sino también a los desplazados que permanecen en el interior del país. Estamos en estrecho contacto con los obispos de Siria y los nuncios apostólicos de los países involucrados. Pero quien “trabaja” en el terreno son las Caritas y las organizaciones locales.
El nuestro, cierto, es un trabajo “indirecto”, pero no menos importante. En el curso del último año hemos promovido y organizado dos encuentros sobre la situación de Siria, poniendo alrededor de una mesa a todos los mayores actores en la obra de asistencia y apoyo a la población: el primero, junto a Caritas Libano en Beirut, y el segundo, en junio pasado en Roma. Lo hemos referido al Santo Padre, que ciertamente no deja de apreciar nuestro trabajo y de alentarnos a proseguir. Confía mucho en lograr compartir propuestas concretas para llegar a la paz.