El nuevo Papa Francisco ha recibido a la presidenta argentina, Cristina Fernández de Kirchner, en la primera audiencia de su pontificado con un jefe de Estado.
El encuentro se ha llevado a cabo en la Casa de Santa Marta, donde se aloja aún el pontífice, ya que aún no ha tomado posesión de sus habitaciones en el palacio.
El Vaticano, que en principio no ha dado detalles del encuentro, dijo que la recepción ha sido «privada».
Según el portavoz del Vaticano, Federico Lombardi, se considera el encuentro como un «gesto de cortesía y afecto» hacia la jefa de Estado y al pueblo argentino, de donde procede el Papa.
Mates y ponchitos
Según InfoBAE, la mandataria salió del hotel Eden, en que se aloja desde ayer en Roma, y sin hacer declaraciones a los periodistas que esperaban fuera del hotel, la mandataria subió al automóvil que la llevó a la Santa Sede.
El protocolo para las audiencias papales prevé, para las mujeres, mangas largas, vestidos formales negros y un velo en la cabeza. Sin embargo, desde hace unos años las normas que rigen la indumentaria son menos vinculantes. La mandataria argentina mantuvo el luto, que viste desde el fallecimiento del ex presidente, y solo tuvo un detalle blanco con un collar de perlas.
El primer contacto entre Cristina Kirchner y el papa Francisco pareció ser más distendido que los últimos cruces en Buenos Aires, cuando la jefa de Estado y el entonces arzobispo mantenían una relación distante.
Ante una broma inicial de Francisco sobre su edad, la jefe de Estado respondió: «No es cierto, usted es un cuadro de la Iglesia».
Algo más nerviosa que lo habitual, las imágenes mostraron a Cristina Kirchner cuando luego de tocarle el brazo al nuevo líder de la Iglesia Católica se paraliza y de acuerdo a lo que surge del protocolo, dice: «Ay, no, no puedo tocarlo». «Sí, puede tocar, puede…», responde el Papa.
«¿Puedo tocar? Bueno, gracias«, respondió la Presidente tomando del brazo a Bergoglio, lo que originó un gesto similar del Sumo Pontífice sobre la mandataria.
Además, Francisco le dio un beso en la mejilla a Cristina Kirchner, lo que provocó una broma de la mandataria: «Nunca un Papa me había besado».
El encuentro, anunciado como un «gesto de cortesía» por el Vaticano, incluye un almuerzo entre ambos dirigentes. Si bien en principio se creía que sería de pocos minutos, Francisco invitó a su compatriota Cristina Kirchner a «tomar unos mates».
Imágenes transmitidas por el Vaticano mostraron a la mandataria entregando a Francisco un mate de calabaza con bombilla, yerbera y azucarera «hecha por trabajadores argentinos».
La jefa de Estado argentina le entregó un poncho al ex arzobispo de Buenos Aires. La mandataria declaró: «Recuerdo verlo con su ponchito», lo que Bergoglio contestó: «sí, sí».
El pontificado será inaugurado oficialmente con una misa en la plaza de San Pedro este martes, en la que también estará presente la mandataria argentina, junto a alrededor de 150 jefes de Estado y de Gobierno de todo el mundo.
Fernández de Kirchner, que ha viajado acompañada de 12 personas, se encuentra en Roma desde la tarde del domingo. La comitiva la forman, entre otros, el presidente de la Corte Suprema de Justicia, Ricardo Lorenzetti, el titular de la Cámara de Diputados de la Nación, Julián Domínguez, y el diputado de la Unión Cívica Radical (UCR) opositora Ricardo Alfonsín; los presidentes de la Conferencia Episcopal, José María Arancedo, y de la Pastoral Social Argentina, Carlos Alberto Accaputo.
El papa pidió a los argentinos que en vez de viajar a Roma para asistir a su misa de inauguración, donen el dinero a una obra de caridad, por lo cual varios legisladores, políticos y empresarios desistieron de acompañar a Bergoglio en su investidura oficial.
Fernández de Kirchner recibió la elección de Bergoglio con una carta formal. Más tarde, en un acto público celebró el día histórico para Latinoamérica porque Francisco es el primer papa de la región y le deseó que «pueda lograr mayor grado de confraternidad entre los pueblos y las religiones».
Difícil relación
La relación de Bergoglio con Cristina y Néstor Kirchner fue compleja, con varios momentos de tensión por las críticas del arzobispo porteño y cardenal argentino a las políticas sociales y el estilo de gobierno de los peronistas.
Bergoglio cuestionó en una de sus homilías «el exhibicionismo y los anuncios estridentes de los gobernantes». En otras oportunidades también se manifestó en contra de los «internismos» y las «intolerancias», al tiempo que renovó su llamado a combatir la pobreza, la corrupción y los problemas sociales.
El entonces presidente Kirchner (2003-2007), fallecido en octubre de 2010, rompió la tradición que venía desde 1810 y decidió no asistir al tedeum que cada 25 de mayo se celebra en la Catedral Metropolitana de Buenos Aires por la Revolución de Mayo.
Desde entonces, Kirchner y luego su sucesora asistieron a los tedeum del 25 de mayo en otros puntos del país. El dirigente peronista llegó a considerar a Bergoglio el «jefe espiritual de la oposición».
Primer encuentro desde 2010
La última audiencia en privado entre Fernández de Kirchner y Bergoglio tuvo lugar en 2010. En aquel momento, la cúpula de la Iglesia expresó su preocupación por un estado de «confrontación permanente» y le pidió al gobierno que haya «más consenso, diálogo y actitudes de grandeza», según informó en ese momento el portavoz del episcopado.
Antes, se habían distanciado durante la profunda crisis del gobierno con el sector agrícola en 2008, después de que el jesuita se reuniera con dirigentes rurales y respaldara sus reclamos.
Pero uno de los puntos más críticos de la relación fue el duro rechazo del cardenal a la redefinición del matrimonio en Argentina, impulsado por el kirchnerismo. «Aquí también está la envidia del Demonio», cuestionó en aquel momento Bergoglio, una postura que Fernández de Kirchner vinculó en aquel momento con los «tiempos medievales y la inquisición».
Además de Cristina Fernández de Kirchner ya se encuentran en Roma otros líderes americanos, como la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, o el presidente chileno Sebastián Piñera.