El joven misionero salesiano Vittorio Castagna, de 36 años, es párroco de una comunidad de 250.000 habitantes y se ocupa personalmente de 46 de las 350 aldeas encomendadas a la parroquia. Aparte de su trabajo diario con los indígenas, entre otras actividades dirige una escuela bilingüe (español y q’eqchi), enseña Ética y Filosofía en la Universidad de los jesuitas Rafael Landívar e Inglés y Antropología filosófica en la Universidad Mesoamericana.
“Ma sa sa’ la ch’ool?”. “He he, sa sa’ linch’ool”. “¿Eres feliz en tu corazón?”. “Sí, soy feliz en mi corazón”. Es el saludo que intercambian cuando se encuentran los Maya-Q’eqchi. Es lalección de vida que ha aprendido en el campo Vittorio Castagna, misionero salesiano de origen italiano en Guatemala. “Es la expresión de una comunidad que no vive con superficialidad la presencia del otro, sino que la hace suya”, explica el padre Vittorio.
La experiencia entre las poblaciones indígenas lo ha ayudado a superar la primera frontera, la frontera interior, porque está convencido de que si no rompemos las fronteras que tenemos dentro nunca lograremos romper las fronteras físicas, explica en un reportaje publicado en el diario italiano La Stampa.
“Para mí, estar aquí ha sido una segunda conversión, humana y espiritual. Después de cinco años creo haber aprendido a observar, esperar y respetar”, sostuvo Vittorio Castagna, misionero salesiano en San Pedro Carchá (Guatemala)
En la escala social de un país en el que la riqueza se concentra en las manos de pocas personas, los indígenas no tienen grandes garantías: “En general da un poco de miedo la situación económica, he visto en los últimos tres años un evidente derrumbe de la economía relacionado con la crisis de los productos agrícolas. Los niños no van a la escuela porque no se lo pueden permitir. Es decir, la fractura entre la zona urbana y el campo se está haciendo cada vez más evidente”, asegura el misionero salesiano.
Si a nivel climático se vive “una eterna primavera”, la nación vive en una profunda inseguridad, porque “el problema de siempre es la violencia: los números son de terror, de hecho es una zona de guerra por los homicidios. Cotidianamente mueren alrededor de 16 personas; da un poco de miedo viajar o simplemente ir de compras”.
La Iglesia, sin embargo, es bien considerada y bienvenida. Los Salesianos, particularmente, durante la guerra civil de los años 80, estuvieron al lado de la gente y son “reconocidos como populares. El sacerdote, por un lado, es considerado un ministro del culto y, por otro, es aquel que ayuda a resolver los conflictos, por este motivo su palabra tiene un peso considerable en las disputas”.
Fuente: Misiones Salesianas