Las llamadas ‘misas zonales’ tienen la intimidad familiar con que los primeros cristianos compartían la eucaristía y también sus bienes. Al término de cada misa, los vecinos entregan alimentos no perecibles para el llamado el llamado lonche-cena que se sirve a los más pobres, en el comedor María Auxiliadora. “Hasta ahora no ha cerrado, gracias a la generosidad de los parroquianos”, destacó el padre Vera, que inauguró este servicio en 1990 para socorrer a los que no tenían que comer cuando se aplicó el llamado ‘fujishock’. Un cuarto de siglo después, todos los días, de lunes a viernes, ahora llegan unos 70 comensales. Llevan su pobreza con dignidad. El ambiente es de mucho respeto. “No tenemos sino palabras de agradecimiento.
El lonche-cena lo hacen con mucho cariño, sentimiento y amor. Estamos agradecidos porque, en medio de tantos aprietos, Dios no nos ha olvidado”, declara Emilio Loo, quien se siente útil, pero no encuentra trabajo porque tiene 75 años. El lonche-cena está a cargo de 18 grupos. Ellos traen los alimentos que servirán el día de su turno. Son víveres que han recogido muchas veces de puerta en puerta. “Nos dan medio kilo de papas, un pedazo de zapallo, dos cebollas…”, refieren Vilma Alfaro, Rosa Elena Lauezzari, Susana Allison y Albina Sierra Díaz, de la zona 6. “Queremos dar un poco de nosotras”, afirman. Como ellas, los voluntarios ayudan en la cocina, sirven los alimentos, dirigen la oración y comparten un consejo. Es un servicio que prestan, incluso desde hace años, entre las 2 y las 6 de la tarde.
Fernando Soto Chávez acompañaba a su esposa, Ester Arce, de casa en casa cuando pedía víveres para el lonche-cena. Ella falleció hace dos años y él ahora se encarga de administrar el comedor. En cada lonche-cena, según el menú del día, si se prepara carapulcra, cocinarán 8 kilos de papa seca y 9 de arroz, además de ají colorado, maní, carne de chancho, ajo y cebolla. Si se ofrece tallarines, se necesitarán 12 kilos de fideos. También ofrecen alverja verde y lenteja. El frejol está descartado porque demora mucho en cocinarse. Además se usan 2 kilos de azúcar para el refresco o el mate y se compra 13 soles de pan. Así, día a día, la mano de la Providencia y la generosidad de los fieles hacen que ocurra el milagro de la caridad en el comedor María Auxiliadora.
Fuente: Boletin Salesiano Perú