Burkina Faso ha visto trucado su proceso democrático por un nuevo golpe de Estado, el octavo desde que se independizara de Francia en 1960. Los misioneros salesianos que trabajan en la zona se encuentran bien pero los disparos y las protestas de la población han obligado a suspender las clases. Éste es su testimonio.
La situación en Burkina Faso, desde que en octubre del año pasado el presidente Blaise Campoaré dejase el poder, ha sido convulsa. Se inició un periodo de transición hacia la democracia e incluso había convocadas elecciones para el 11 de octubre. Ahora, sin embargo, el futuro es más incierto que nunca.
Lorenzo Campillo es uno de los nueve misioneros salesianos que trabajan en las dos presencias salesianas en el país del África occidental. Tras el golpe de Estado de ayer, jueves, se encuentran bien aunque sin salir de sus casas. Han suspendido las clases y confían en una solución pacífica y en que la paz y la democracia triunfen.
“En la comunidad estamos bien. En la capital, Ouagadougou, tras los disparos de intimidación de los soldados la población se ha encerrado en sus casas. Nosotros hemos dicho a los alumnos de nuestro pequeño centro profesional que se quedaran en sus casas”, aseguran los misioneros.
Tras una primera jornada en la que el golpe de Estado fue televisado y las carreteras, fronteras y aeropuertos cerrados, se decretó el toque de queda desde las siete de la tarde a las seis de la mañana.
“Sólo algunos comercios han abierto y de momento hay existencias en casa para algunos días”
“Una vez más la fuerza de las armas gana a los deseos de avanzar en un proceso sereno hacia la democracia, la justicia y la paz, aunque tenemos la esperanza de que la situación pueda volver a lo normal y, sobre todo, que no haya violencia y muertos”, expresan con confianza los Salesianos.
Sin embargo, sus deseos no se han cumplido. Sólo en la primera jornada se contabilizaron seis muertos y cerca de 60 heridos, además del incendio de algunos edificios.
Durante toda la jornada de hoy se han convocado manifestaciones contra el golpe de Estado. “Sólo esperamos que las protestas no degeneren en violencia”, concluye Lorenzo Campillo.
Fuente: Misiones Salesianas