(ANS – Ambanja) – «Mi padre era un antiguo alumno salesiano y desde mi infancia siempre me han hablado de Don Bosco. Yo tenía solo 10 años cuando fui al Colegio Salesiano de Pedara. Los maestros nos hacían amar las matemáticas, el latín y a los poetas italianos como Dante. Poco a poco fue madurado dentro de mí un gran deseo de imitar a los salesianos, o más bien de imitar Don Bosco». Así ha narrado Mons. Rosario Vella, SDB, Obispo de Ambanja su primer contacto con los Salesianos en una reciente entrevista con ZENIT.
Háblenos de su vocación …
En mis ideales juveniles siempre había un deseo de hacer el bien a los que eran pobres, olvidados, angustiad … Cuando empecé a reflexionar sobre qué hacer con mi vida pensé que habían dos caminos.
«Podría ser un médico, para cuidar de los pobres, de aquellos en los que nadie se preocupa, los olvidados por la sociedad. O podría ser el político, porque los políticos pueden cambiar las estructuras de la sociedad y hacer el bien a los necesitados».
Pero me preguntaba: «¿Quiénes son los pobres? Los pobres son los que no tienen un hogar, no tiene un vestido, no tienen que comer?». No, estos no son los verdaderos pobres. Pueda ser que no tengan una casa o un vestido, o el pan, sin embargo, pueden tener el cariño de las personas que llenan sus vidas … Los más pobres son los que no tienen a Dios, porque si no tienen a Dios no tenía nada, tienen el corazón completamente vacío y sus vidas no tienen sentido
Por lo tanto, decidí ser sacerdote y como Don Bosco buscar a los más pobres y abandonados.
¿Cuál es la realidad de la Iglesia en Madagascar y la contribución de los salesiano ?
El pueblo Malgache es joven: el 60 % de la población tiene menos de 20 años. Desafortunadamente en Madagascar los jóvenes no cuenta para nada, es sólo una mercancía que puede producir algo. Es difícil argumentar que un joven de Madagascar puede afrontar el futuro con confianza y entusiasmo: no hay trabajo, la corrupción se ha disparado, la inseguridad y el crimen son pan de cada día, la situación de la escuela, de la educación y la sociedad son un desastre. Los jóvenes están muy olvidado y tienen que luchar para construir su futuro.
La Iglesia hace todo lo posible. A modo de ejemplo: en la diócesis de Ambanja se hace un gran esfuerzo para satisfacer las necesidades y las expectativas de los jóvenes. El futuro de ellos se hace con la educación, que es la mayor fortaleza de un pueblo en busca de un progreso real. Es por esto que hemos fortalecido y desarrollado las escuelas, desde la primaria hasta la universidad. En las escuelas, intentamos no sólo dar una cultura sino y sobre todo formar conciencias.
La entrevista completa está disponible en italiano aquí