La valentía de Jesús la deberíamos tener nosotros para preguntarnos, de una vez por todas, ¿QUIÉNES SOMOS? Y preguntarle a nuestros padres, hermanos, amigos, profesores… ¿QUÉ DICEN DE NOSOTROS? Pero, tal vez, tenemos miedo, nos cuesta, nos causa sufrimiento que nos digan la verdad, pues, en el fondo, no queremos que rompan “nuestra cajita de cristal” en la que estamos refugiados.