Tras caminar por las calles de este suburbio, donde viven 23.000 familias, Francisco afirmó que «una fe que no se hace solidaridad, es una fe muerta. Es una fe sin Cristo, una fe sin Dios, una fe sin hermanos. Una fe mentirosa».
Y dijo, como ejemplo, qué existe quién va a misa, pero cuándo se le pregunta qué pasa en los Bañados contesta que no sabe, que hay gente que vive allí, pero no sabe.
«Puedes ir a misa de los domingos, pero si no tienes corazón solidario, si no sabes lo que pasa en tu pueblo (la fe) o está enferma o está muerta», agregó.
En su último día de su gira por Latinoamérica, Francisco se declaró muy «alegre» por haber podido visitar este lugar, «su tierra», les dijo, y les confesó que desde que supo que visitaría el Bañado Norte le recordó «la Sagrada Familia», que tuvieron que dejar su casa y refugiarse en otros lugares.
Personas igual que ellos, señaló, «que tuvieron que dejar lo propio en función de conseguir mejores oportunidades familiares. Vivían en función de las inclemencias del tiempo y de otro tipo».
Y evocó, sobre las personas que viven en esa barriada, «todo lo que hacen para superar la inclemencia del tiempo, las inundaciones de estas últimas semanas».
No obstante estas dificultades, que quedaron patentes en los testimonios de dos habitantes de este barrio, Francisco destacó cómo esta «lucha no les ha robado la sonrisa, la alegría y la esperanza».
«Una pelea que no les ha sacado la solidaridad, por el contrario, la ha estimulado, la ha hecho crecer», agregó.
Aunque elogió cómo en este lugar se ha despertado la solidaridad, también les advirtió de que «el diablo quiere que se pelee entre ustedes porque así les divide y los derrota y les roba la fe».
«Vengo aquí como esos pastores que fueron a Belén y quiero bendecir sus manos, la fe de ustedes y bendecir su comunidad», así se presentó el pontífice ante miles de personas.
Les invitó a orar juntos, y rezaron un padre nuestro en guaraní, y les pidió que no se olviden de él.
El Bañado Norte, es una enorme barriada de más de 23.000 familias que sufren entre otras cosas las lluvias torrenciales que provocan el desbordamiento del río Paraguay y «el abandono del Estado», como denunciaron en los testimonios.
«El Estado no se ha ocupado de nosotros y no nos mira ahora con buenos ojos. No nos ven como sujetos de derechos, sino que para sus responsables somos, según nos suelen decir, «un pasivo social», lamentó María García, coordinadora del barrio.
Francisco, aunque rápidamente pudo probar en una de las callejuelas del Bañado, «un mbeju (tortilla de almidón), con mate cocido (infusión) y sopa paraguaya (bizcocho salado de queso), un desayuno típico paraguayo que le había preparado una de las habitantes de este lugar.
Tras la visita al Bañado, Francisco se dirigió a la explanada del Ñu Guazu, donde le esperan cientos de miles de personas para asistir a una misa.
Fuente: EFE