Ah pasado ya un año desde que el Padre Eugenio Pennati sdb partió a la casa del Padre. Quienes lo conocieron, recalcan que fue un formador de profunda oración y de gran espiritualidad salesiana hasta el final de sus días.
“El padre Pennati llevaba horas dando muestras de dolor por la enfermedad, a pesar de que se había seguido todas las indicaciones del doctor, y ante la impotencia de ya no saber cómo ayudarlo, empecé a impacientarme”, cuenta José Valderrama quien era su enfermero personal. “De pronto, el padre se repuso y me dijo que no debíamos molestarnos, sino que estos sufrimientos se tenían que ofrecer a Dios”.
Algunas palabras célebres del Padre Pennati cuando saludaba a alguien eran: ¡Salve! ¡Ánimo! Una muestra más de la actitud optimista y alegre propia del carisma salesiano. Mientras que cuando se enojaba, prefería decir alguna palabra no ofensiva como ¡a la pepa! Palabra que no tiene significado, pero que ayudaba a expresar el enojo, sin agredir a alguien. Y es que como buen formador, él decía que el ejemplo y el respeto hacia la persona humana con la palabra y la acción eran fundamental.
Fue autor de libros de psicología, moral y ética, de sexualidad, de religión, entre otros que han servido para formar a muchas generaciones de jóvenes en las diferentes obras salesianas del Perú.
Para terminar, José Valderrama comenta que sus últimas palabras fueron de agradecimiento por todos los servicios prestados hacia su persona. Fiel al ejemplo de Don Bosco quien decía que el salesiano debía ser siempre agradecido.