ANS.- La Fiesta de los Protomártires salesianos Versiglia y Caravario invita a profundizar el misterioso tema de la «pasión». El espíritu salesiano de Don Bosco se abre, en la lógica del «da mihi animas», al arcano misterio de sufrir hasta el martirio. El espíritu que nos ha dejado en herencia el Fundador está constantemente impregnado de un continuo «martirio de caridad y sacrificio» iluminado y animado por el gran ideal que llenaba su corazón: «las almas por salvar». Es un «martirio» generalmente incruento, abierto sin embargo, si Dios lo quiere, al don de la vida también en el derramamiento de sangre. Don Bosco dijo explícitamente: «¿Si el Señor en su Providencia quiere disponer que cualquiera de nosotros sufriese el martirio, quizá por esto tendríamos que asustarnos?». La gracia más importante a conseguir no es la de no sufrir, sino la de estar plenamente disponible al Padre.
El 25 de febrero de 1930 Mons. Luis Versiglia, quien tenía 57 años, y Don Calixto Caravario, de 27 años y un sacerdote con solo 7 meses de ordenado, fueron martirizados en China por ser misioneros católicos y por haber defendido a algunos jóvenes catequistas que viajaban con ellos y que los piratas querían tomar para reducirlos a la «esclavitud». Ellos fueron buenos pastores que ofrecieron generosamente su vida por las personas confiadas a su cuidado.