REL.- La homilía matinal del Papa Francisco en la residencia Santa Marta del lunes 18 de noviembre ha sorprendido a muchos por su carga de denuncia contra la «mundanidad», el «pensamiento único» y el «espíritu del progresismo adolescente», todo lo cual, previno el Papa, lleva a la apostasía.
Y por si no fuese suficientemente aleccionadora la lectura del día, del Libro de los Macabeos, en la cual los líderes de Israel, en vez de ser fieles a Dios y sus leyes, prefieren ir a pactar con el poderoso pero impío rey pagano, el Papa Francisco recomendó una novela apocalíptica, de ciencia ficción y teología, escrita en 1907 por un anglicano converso al catolicismo, R. H. Benson: «Señor del Mundo«, también llamada «El Amo del Mundo».
En ella, el Anticristo es un líder político elegante, moderado, que habla de paz y de unidad, que seduce… pero que persigue y acosa a la Iglesia.
«Señor del Mundo» está en la misma tradición que su predecesora «El relato del Anticristo» (de Vladimir Soloviev, escrito en 1900, citado varias veces por Benedicto XVI, gratis aquí) o la novela más moderna «El Padre Elías» (que lleva ya 8 ediciones en España y puede adquirirse aquí).
La tentación de ser como los demás
El Papa Francisco partía del texto bíblico de los Macabeos: buena parte del pueblo de Dios se siente atraído por la cultura griega, y eso incluye aceptar el paganismo y el abandono de la fidelidad a Dios. El Papa se pregunta por la “raíz perversa” de esta infidelidad: el querer ser como los demás.
Van a “negociar” – señala el Papa Francisco – y se sienten entusiastas por esto. «Es como si dijeran ´somos progresistas, vamos con el progreso, donde va toda la gente´.»
Para el Papa, eso es el “espíritu del progresismo adolescente” que “cree que ir adelante en cualquier elección, es mejor que permanecer en las costumbres de la fidelidad”.
Son personas que buscan renunciar ante el rey pagano a “la fidelidad al Dios siempre fiel”. “Esto se llama apostasía”, “adulterio”, señala el Papa. “Negocian precisamente lo esencial de su ser: la fidelidad al Señor”, denuncia el Pontífice.
“¡Negociamos la fidelidad! Y esto es precisamente el fruto del demonio, del príncipe de este mundo, que nos lleva adelante con el espíritu de la mundanidad», señala Francisco, un Papa que se siente muy cómodo hablando del demonio y sus engaños, al cual menciona con frecuencia.
Ceder ante el poder, antesala de la persecución
«Y después, suceden las consecuencias. Tomaron las costumbres de los paganos, después un paso adelante: el rey prescribió en todo el reino que todos formaran un solo pueblo y cada uno abandonara sus propias usanzas. No es la bella globalización de la unidad de todas las Naciones, sino, cada una con sus propias usanzas, pero unidas, pero es la globalización de la uniformidad hegemónica, es precisamente el pensamiento único. Y este pensamiento únicoes fruto de la mundanidad”, prosigue el Papa Francisco.
Tras esto “todos los pueblos se adecuaron a las órdenes del rey; aceptaron también su culto,hicieron sacrificios a los ídolos, y profanaron el sábado”.
Poco a poco, señala el Papa, se fue adelante por este camino. Y al final, “el rey elevó sobre el altar la abominación de la desolación”, recuerda, citando el libro de Macabeos, que marca este pasaje como la más espantosa profanación posible (al parecer, se refiere a que sobre el altar de Yavé los paganos colocaron la estatua de un dios olímpico para adorarlo).
Deseo de ser progresistas con pensamiento único
“Pero, padre, ¿esto también sucede hoy?», se pregunta Francisco. «Sí. Porque el espíritu de la mundanidad también existe hoy, también hoy nos lleva con este deseo de ser progresistas siguiendo el pensamiento único. Si a alguien se le encontraba el Libro de la Alianza y si alguien obedecía a la Ley, la sentencia del rey lo condenaba a muerte. Y esto lo hemos leído en los periódicos en estos meses», añade Francisco pensando en los cristianos perseguidos en países musulmanes o comunistas.
«Esta gente ha negociado la fidelidad a su Señor; esta gente, movida por el espíritu del mundo, ha negociado la propia identidad, ha negociado la pertenencia a un pueblo, un pueblo que Dios ama tanto, que Dios quiere como pueblo suyo”, insiste Francisco.
«Señor del Mundo», una novela profética
Para ilustrar la actualidad de esta tentación en el Occidente moderno, Francisco acudió a una novela de ciencia-ficción de 1907, que muchos han considerado profética: «Señor del Mundo», también llamada «El Amo del Mundo», de Robert Hugh Benson (en España fue reeditada en 2006 por HomoLegens, pero hoy ya es difícil de encontrar, aunque en la web española de FNAC aseguran tener ejemplares).
Para Francisco, la novela de Benson ejemplifica el “espíritu de la mundanidad que nos lleva a la apostasía”. Refleja la presión social de que los cristianos “debemos ser como todos, debemos ser normales, como hacen todos, con este progresismo adolescente”. Y después, dice, “sigue la historia”: “las condenas a muerte, los sacrificios humanos”.
“¿Pero ustedes – preguntó el Papa – piensan que hoy no se hacen sacrificios humanos? ¡Se hacen tantos, tantos! Y hay leyes que los protegen”, denunció, probablemente en referencia al aborto y otros abusos del poder que se cobran la vida de personas.
Contra el príncipe de este mundo
“Lo que nos consuela es que ante este camino que hace el espíritu del mundo, el príncipe de este mundo, el camino de infidelidad, siempre permanece el Señor que no puede renegar de sí mismo, el Fiel: Él siempre nos espera, Él nos ama tanto y Él nos perdona cuando nosotros, arrepentidos por algún paso, por algún pequeño paso en este espíritu de mundanidad, vamos a Él, Dios fiel ante su pueblo, que no es fiel. Con el espíritu de hijo de la Iglesia pidamos al Señor que con su bondad, con su fidelidad nos salve de este espíritu mundano que negocia todo; que nos proteja y nos haga ir adelante, como ha hecho ir adelante a su pueblo en el desierto, llevándolo de la mano, como un papá lleva a su niño. En la mano del Señor iremos seguros”.
Un sacerdote que acertó
Robert Hugh Benson, el autor de «Amo del Mundo», fue un intelectual anglicano, hijo del arzobispo primado anglicano, que en 1903 se hizo católico, y posteriormente sacerdote. Escribió «Señor del Mundo» en 1907, diez años antes de la Revolución Rusa. Él murió en 1914: no pudo ver el desastre de la Primera Guerra Mundial, no supo nada de las profecías apocalípticas de Fátima, no vio cómo el comunismo asumía la retórica de su Anticristo, pero sí vio cómo en Occidente la proponían otros.
En la novela, el Anticristo, míster Felsenburg, es un gran político, un pacificador que busca «alianzas de civilizaciones», que proclama la bondad de todo… menos de la Iglesia Católica.
Un experto inglés en literatura como Joseph Pearce (biógrafo de Tolkien, Oscar Wilde y Roy Campbell) dice que “Señor del Mundo merece un lugar junto a Un mundo feliz y 1984entre los clásicos de la distopía de ficción. De hecho, aunque las obras maestras de Huxley y Orwell son equiparables en valor literario, son claramente inferiores en valor profético. Los dictadores políticos que daban a la novela-pesadilla de Orwell su siniestra potencia ya tuvieron sus días. Sin embargo, la novela-pesadilla de Benson se está haciendo realidad ante nuestros ojos”, refiriéndose a nuestro siglo XXI.
Los frutos del relativismo filosófico
El padre David Amado señala en su reseña del libro que Benson «es un genio a la hora de describir el relativismo filosófico que acabará dominando el pensamiento, así como la paz al precio de la verdad y la justicia o la persecución religiosa en nombre de la tolerancia. Es la sociedad de la eutanasia y del control mental colectivo, de la vida sin problemas pero carente de sentido, del culto vacío… pero también el tiempo en que la Iglesia, terriblemente reducida, ha de dar el postrer testimonio de fidelidad en su Salvador.Quien lea la obra encontrará muchos paralelos y claves para entender lo que hoy sucede y, sin mucho esfuerzo, para comprender la actitud de la Iglesia, acusada de ir contra el mundo cuando es él, lo tomo en el sentido que lo emplea san Juan en el Evangelio, quien se ha alzado contra Dios».