Acompañados de diversos miembros de la Familia salesiana y amigos, el jueves 16 de enero se realizó la Misa de cuerpo presente y posterior sepelio de este gran misionero, que tenía un letrero en su oficina que hizo vida: “los atendemos porque los amamos”.
Durante la homilía, el padre inspector Santo Dal Ben resaltó cuatro grandes rasgos importantes de su vida:
- Su calidad humana porque siempre impresionó por su bondad, serenidad, su constante buen humor, su capacidad de comprensión y escucha con todos.
- Su gran amor a Cristo porque cuando hablaba de Él vibraba de verdadera pasión, en cualquier conversación buscaba siempre el modo de hablar de Jesús como de alguien que él sentía muy cerca. Esto lo llevó a nunca descuidar el apostolado, por el cual se hizo misionero, dando siempre una palabra edificante, confesando y evangelizando también a través de las redes sociales.
- Su inquietud teológica y pastoral porque buscaba estar siempre al día en estos estudios y de ser fiel a las indicaciones del Concilio Vaticano II y de los documentos del Episcopado Latinoamericano.
- Su entrega a los pobres porque era capaz de privarse de todo con tal de que los niños pobres estuvieran contentos. A menudo levantaba la voz ante las incoherencias y en algún momento puso en riesgo también su vida por defender los derechos de las personas.
Al finalizar, el inspector leyó un carta escrita por el padre Francesco Vaccarello hace unos años y en el que se despide diciendo: “Hasta luego, en el cielo».
Posteriormente todos se trasladaron al Cementerio «El Ángel» donde, en medio de cantos y del rezo del Santo Rosario, fueron enterrados los restos de nuestro querido padre Vaccarello, en el Pabellón San Juan Bosco.