(ANS – San Pedro Carchá) – La fiesta de Don Bosco entre la población indígena de etnia Maya-Q’eqchi cada año adquiere más y más entusiasmo. Especialmente gracias a los primeros misioneros salesianos que han visitado estas tierras, el nombre de Don Bosco es uno de los más populares.
En la parroquia de San Pedro Carchá, situada en tierras de misión de Guatemala y que cuenta con aproximadamente 250.000, de los cuales un 95 % de etnia Maya-Q’eqchi, los salesianos están presentes desde hace unos 78 años. El trabajo pastoral misionero que los hijos de Don Bosco realizan, consiste en visitar unos 350 pueblos de los alrededores de la parroquia, la mayoría de las cuales solo se puede llegar a pie.
Los misioneros, en vista del bicentenario del nacimiento de Don Bosco, han iniciado un camino de sensibiización y profundización de la vida, la pedagogía y la espiritualidad del santo de los jóvenes. Entre las muchas propuestas iniciadas, también se encuentran los primeros oratorios totalmente Maya-Q’eqchi en los pueblos, que han asumido de corazón la figura de Don Bosco y el Aguinaldo que cada año ofrece el Rector Mayor.
Este año la fiesta en los oratorios fue concebida en en tres etapas. La primera etapa se celebró el sábado 25 de enero con la celebración diferida de la fiesta de San Francisco de Sales, ofreciendo a los jóvenes una reflexión sobre la espiritualidad de Don Bosco en relación con San Francisco de Sales; en la misma ocasión también se acogió y se bendijo la primera estatua del santo de la dulzura entre los Maya-Q’eqchi, de la cual ha sido muy difícil la realización material.
La segunda etapa, el día 31 de enero, se centró en la vida de Juan Bosco; mientras que la tercera, que se celebró el domingo 2 de febrero, se ha concentrado en los frutos de la pedagogía: Don Bosco y Domingo Savio.
«Antes de venir a estas tierras – dice el P. Vittorio Castagna, SDB, misionero desde el 2010 y responsable de los oratorios Q’eqchi – solía llamar a la gente para celebrar un evento, pero aquí al contrario, se trata de visitar, vivir con la gente una celebración, en su pueblo. Los días 31 de enero, 1 y 2 de febrero fueron frenéticos, con al menos 4 misas de Don Bosco al día, en aldeas distantes entre sí. Es agotador, pero pensar que la gente en estos lugares tan remotos quiere celebrar el santo de los jóvenes, te empuja a hacer cualquier sacrificio. Don Bosco está vivo, camina entre los Q’eqchi y lo aman».