REL – Llevan varios días por Río de Janeiro y sus alrededores. Algunos hace semanas que están fuera de casa, como misioneros en distintas poblaciones de Brasil o de los países vecinos. Algunos han realizado ya misas conjuntas con sus compatriotas, como los más de 20.000 jóvenes argentinos.
Pero en la noche del martes por primera vez se reunieron en un gran acto conjunto y se dieron cuenta de su cantidad y su variedad, sentados (o de pie) en la arena mojada de la playa de Copacabana, bajo lalluvia fina y molesta, soportando el fuerte viento, recordando que peregrinar significa abandonar la comodidades buscando lo sagrado.
El metro no era como el de Madrid
No sólo las inclemencias meteorológicas acosaron a los peregrinos. El metro, que en la JMJ de Madrid funcionó de manera impecable todos los días, colapsó en Río ayer martes con una avería que dejó inutilizables dos líneas durante dos horas, para desmayo de decenas de miles de peregrinos. En varias estaciones de metro se dieron escenas extrañas de policías repartiendo tiquets o sacando gente y bloqueando a la muchedumbre.
Con todo, una multitud alegre llegó a la fría playa y se aposentó, mojó sus pies, correteó sobre la arena… hasta que se llenó y ya no había sitio. El diario «Folha de Sao Paulo»habla de más de cien mil asistentes. Una estimación de la organización habló de medio millón y luego de un millón, pero parece exagerado. El medio millón llegará y se superará, pero más adelante. La Policía calculó 400.000 jóvenes en Copacabana. Los vendedores de banderas en la playa estaban haciendo un buen negocio. Los de refrescos, no: hacía frío.
Ovación a Benedicto XVI
En el invierno brasileño, enseguida llegó la noche y se inició la Misa inaugural, presidida por el arzobispo anfitrión, Orani Joao Tempesta, arzobispo de «San Sebastián de Rio de Janeiro», como insistió varias veces. Sus primeras palabras se dirigieron a recordar a los jóvenes peregrinos fallecidos en accidentes camino a Río. También recordó a otros jóvenes en circunstancias de dolor y sufrimiento. Agradeció la convocatoria de «Benedicto XVI, que sabemos que nos sigue a través de los medios de comunicación» (y en este momento la multitud estalló en un aplauso). Y mencionó a la organización de la JMJ de Madrid, «que nos ha ayudado con sus orientaciones e incentivo».
Escenario de plató-concierto
En cambio, el escenario en Copacabana y su iluminación recordaban más a un gran concierto o plató televisivo de canción melódica… algo mitigado sólo por la gigantesca cruz en el centro. En el escenario madrileño, sólo hubo clero y algunos jóvenes con trajes nacionales. En el brasileño,multitudes de jóvenes con camisetas que bajaban escaleras y otros que flanqueaban con banderas blancas y amarillas (colores vaticanos) la llegada de la Cruz de los Jóvenes y el icono mariano que la acompaña. Los abanderados oscilaban al son de la música, recordando en algo la escenografía de la inauguración olímpica de Londres. Eslóganes y cantos ya clásicosLa cruz y el icono llegaron al son del himno de esta JMJ y de la canción que más éxito ha tenido en los últimos años en estas citas: «Emanuel». No parece que nadie vaya a cantar «Firmes en la fe», el himno de Madrid hace apenas dos años.
Cuando la Cruz de los jóvenes se irguió junto al altar y un foco la iluminó, los miles de jóvenes aplaudieron señalando el final de dos años de itinerancia desde la pasada JMJ. Estallaron entonces los gritos clásicos: «esta es la juventud del Papa».