“Una noche tuvimos que salir corriendo de casa porque caían proyectiles y uno hombres armados entraban en las casas para saquearlas”, explica Joseph, un niño de 11 años, que desde hace unos meses vive en el campamento para desplazados de la misión salesiana de Juba (Sudán del Sur).
Como Joseph, más de 35 millones de personas en todo el mundo ven sus vidas rotas. De ellas, el 85% son mujeres y menores. Enfrentamientos armados, persecuciones o desastres naturales, como sequías, terremotos o inundaciones, les obligan a abandonar sus hogares. Su destino, en muchos casos, son campos de refugiados que se instalan por una emergencia y que, a veces, permanecen durante años. “Hay personas que sólo conocen el campo como su hogar. Han nacido y crecido en un campo de refugiados”, explica Ana Muñoz, portavoz de MISIONES SALESIANAS. “La vida en estos lugares pasa lentamente. No hay mucho que hacer y los refugiados no pueden salir para trabajar o para estudiar”, explican los misioneros salesianos que trabajan en el campo de refugiados de Kakuma (Kenya).
En la actualidad, los misioneros salesianos atienden a más de 400.000 personas refugiadas o desplazadas en todo el mundo. Dar a conocer la realidad en la que viven y recaudar fondos para seguir atendiendo a aquellos que abandonas sus hogares son los objetivos de la campaña No mires atrás, que lanzamos desde MISIONES SALESIANAS.
Vivimos en un mundo muy convulso. Hay enfrentamientos armados en Sudán del Sur, Centroafricana, Siria… y millones de personas que ven amenazadas sus vidas buscan lugares seguros. “En Sudán del Sur, la misión salesiana atiende a más de 500 mujeres y niños desplazados y en Centroafricana aún miles de personas viven en nuestras parroquias y centros educativos”, añade la portavoz de la organización. Además, en Turquía y Líbano los misioneros salesianos atienden a familias sirias. En Pakistán, más de 2.200 niños y niñas afganos van a la escuela gracias a la iniciativa de los misioneros salesianos. En India, más de 22.000 personas que viven en los campos de refugiados cerca de Nueva Delhi son atendidos “para que puedan acceder a la educación y a la salud, les ayudamos en la búsqueda de empleo y realizamos actividades con los más pequeños”, explica George Menamparampil, Salesiano de la India.
“Para nosotros la educación de los niños, niñas y jóvenes refugiados es fundamental. No sólo por los conocimientos y la preparación para el mercado laboral. También porque ayuda a establecer rutinas, a dar sensación de normalidad y a mantener viva la esperanza”, apunta Muñoz
Fuente: Revista Ecclesia