En un ambiente de gratitud y júbilo, con el llamado a ser anunciadores de la palabra de Dios de manera especial para los jóvenes, fueron ordenados como sacerdotes los hermanos salesianos: Martín Marcial Cipriano Salazar y Pedro Da Silva Guerra. El rito de la ordenación fue presidido por el Mons. Pedro Ricardo Barreto Jimeno SJ, Arzobispo Metropolitano de Huancayo. La ceremonia se realizó el sábado 29 de agosto en la Basílica de María Auxiliadora y concelebraban con Mons. Barreto, el padre Inspector Santo Dal Ben Lava y un nutrido grupo de sacerdotes y coadjutores salesianos.
Varios hermanos llegaron de provincias para expresar la cercanía de todas las Comunidades Salesianas a este momento que corona algo más de 13 años de formación inicial. P. Martín Cipriano Salazar es originario de la incontrastable ciudad de Huancayo y exalumno del Colegio Salesiano Santa Rosa de la misma ciudad.
P. Pedro Da Silva Guerra es originario de la ciudad de Iquitos, y conoció su vocación por la mediación de las Hijas de María Auxiliadora que entonces tenían una significativa presencia y lo animaron a discernir su vocación que ahora coronó en este momento de entrega y participación de la Pascua del Señor Jesús. Estaban Sor Hermelinda Domínguez HMA y Sor Nancy Candia HMA que entonces formaban parte de la Comunidad de las HMA en Iquitos; las embargaba una profunda emoción.
Los familiares de ambos noveles sacerdotes los acompañaron con emoción, gratitud y un sentido testimonio de fe en Dios, en la Iglesia, y en la Congregación Salesiana que ahora los acoge como familia y espacio de misión.
Mons. Barreto hizo énfasis en que como sacerdotes debieran ser testigos de Jesucristo. Significativo el hecho que la celebración ocurriese cuando el Santoral Católico recordaba el Martirio de San Juan Bautista, y que, justamente, «mártir» quiere decir «testigo». Los neosacerdotes están pues llamados a ser «testigos» de un amor que se pone al servicio de la Comunidad que no es motivo de autocomplacencia ni razón de ninguna forma de autoritarismo; igualmente, por ello, están llamados a trabajar por la comunión dentro del respeto por las diferencias, buscando por medio del diálogo los mejores escenarios para construir la casa común de todos los hombres.
Hay necesidad de sacerdotes que como Don Bosco, sean hombres profundamente humanos, y al mismo tiempo, profundamente santos, hombres de vida interior que se prolongue en una acción apostólica creativa y generosa. Gracias a todos los que acompañaron esta mañana a los ahora, P. Martín y P. Pedro.