WASHINGTON D.C., 24 Sep. 15 / 12:38 pm (ACI).- “Les hablo como hijo de inmigrantes, como muchos de ustedes que son descendientes de inmigrantes”, expresó este jueves el Papa Francisco en su discurso ante el Congreso de Estados Unidos, donde abordó el tema de la inmigración y recomendó tratar “a los demás con la misma pasión y compasión con la que queremos ser tratados”.
El Santo Padre dirigió un discurso ante 435 representantes, 100 senadores y diversos magistrados, en el que advirtió que el mundo afronta “una crisis de refugiados sin precedentes desde los tiempos de la Segunda Guerra Mundial”, con “grandes desafíos y decisiones difíciles de tomar”.
A ello se suman “las miles de personas que se ven obligadas a viajar” hacia el norte de América buscando una vida mejor para sí y para sus seres queridos. “¿Acaso no es lo que nosotros queremos para nuestros hijos? No debemos dejarnos intimidar por los números, más bien mirar a las personas, sus rostros, escuchar sus historias mientras luchamos por asegurarles nuestra mejor respuesta a su situación”, indicó.
“Cuidémonos de una tentación contemporánea: descartar todo lo que moleste. Recordemos la regla de oro: ‘Hagan ustedes con los demás como quieran que los demás hagan con ustedes’”, señaló.
En su discurso, Francisco también recordó que la historia de Estados Unidos está llena de momentos de inmigración. “En los últimos siglos, millones de personas han alcanzado esta tierra persiguiendo el sueño de poder construir su propio futuro en libertad”.
“Nosotros, pertenecientes a este continente, no nos asustamos de los extranjeros, porque muchos de nosotros hace tiempo fuimos extranjeros. Les hablo como hijo de inmigrantes, como muchos de ustedes que son descendientes de inmigrantes”, expresó.
El Papa también recordó que “trágicamente”, los derechos de los pueblos que vivieron “aquí mucho antes que nosotros no siempre fueron respetados”. A ellos, indicó, “desde el corazón de la democracia norteamericana, deseo reafirmarles mi más alta estima y reconocimiento”.
El Papa también dijo que los primeros contactos entre los migrantes europeos y los nativos americanos “fueron bastantes convulsos y sangrientos, pero es difícil enjuiciar el pasado con los criterios del presente”. “Sin embargo, cuando el extranjero nos interpela, no podemos cometer los pecados y los errores del pasado”, señaló.
“Debemos elegir –indicó– la posibilidad de vivir ahora en el mundo más noble y justo posible, mientras formamos las nuevas generaciones, con una educación que no puede dar nunca la espalda a los ‘vecinos’, a todo lo que nos rodea. Construir una nación nos lleva a pensarnos siempre en relación con otros, saliendo de la lógica de enemigo para pasar a la lógica de la recíproca subsidiaridad, dando lo mejor de nosotros. Confío que lo haremos”.
En ese sentido, dijo que “esta regla nos da un parámetro de acción bien preciso: tratemos a los demás con la misma pasión y compasión con la que queremos ser tratados”.
“Busquemos para los demás las mismas posibilidades que deseamos para nosotros. Acompañemos el crecimiento de los otros como queremos ser acompañados. En definitiva: queremos seguridad, demos seguridad; queremos vida, demos vida; queremos oportunidades, brindemos oportunidades. El parámetro que usemos para los demás será el parámetro que el tiempo usará con nosotros”, expresó