REL – Las críticas de la prensa laicista y anticlerical contra la Jornada Mundial de la Juventud en Madrid quedaron en nada cuando tres meses después del evento, el 30 de noviembre de 2011, se publicaron las cifras, auditadas por la consultora internacional PWC: la JMJ había resultado un negocio redondo para España:
– medio millón de extranjeros visitaron España, llegados de 189 países, permaneciendo entre 5 y 10 días
– 130.000 de ellos prolongaron su estancia 4 días más tras la JMJ
– casi 5.000 periodistas se acreditaron y cubrieron los actos
– se crearon 4.589 puestos de trabajo en todo el país, de los que 2.894 fueron en Madrid
La JMJ costó 50 millones de euros, más que rentabilizados: PWC calcula un impacto total (incluyendo «efecto indirecto e inducido») de 354 millones de euros para España (no sólo de peregrinos extranjeros, también de los españoles activados por la JMJ), beneficiando sobre todo a la Comunidad de Madrid (207 millones de euros) y a los sectores de la hostelería, el comercio minorista y el transporte terrestre. (La Iglesia española lo detalló en 2013 en su Memoria Explicativa de 2011).
9 de cada 10 recomendaron ir a España
Según una encuesta realizada a 2.800 peregrinos por la consultora GAD3, nueve de cada de diez extranjeros afirmaron que recomendarían visitar España y un 60 por ciento asegura que la imagen que tenía de nuestro país ha mejorado tras la JMJ.
Para un país en crisis como España, que tiene en el turismo a su «primera industria nacional», esta fue y es una gran noticia: ¡450.000 jóvenes extranjeros que volverían a casa recomendando visitar España!
Hay que pensar además que en la era de los smartphones y las redes sociales, son miles los jóvenes que colgaron en Internet sus vídeos y fotos de la JMJ, para contagiar su alegría a sus amigos en sus países: un efecto viral más potente que muchos medios de comunicaciónd e masas.
Además:
-un 65% visitó otras ciudades, además de Madrid
-un 69% compró recuerdos en las ciudades visitadas
–valoraron la «amabilidad y hospitalidad» de los españoles con un 9 sobre 10
-valoraron los restaurantes con un 8,1 y a los voluntarios con un 8,2
-valoraron el Metro de Madrid con un 8,7 y a sus autobuses con un 8
Y, lo que más importa a la Iglesia:
– un 81% declara que mejoró su relación personal con Dios
– un 79% declara que volvió con más ganas de mejorar la sociedad
– un 76% declara que volvía a casa con deseo de comprometerse más con la Iglesia
¿Y qué pasará en Río de Janeiro?
Las cifras de Río de Janeiro 2013 no son aplicables o comparables a las de Madrid. La prensa local, como el diario brasileño «Folha de Sao Paulo» habla de 120 millones de euros de coste de la JMJ. No está claro como se contabiliza. Quizá se incluyen infraestructuras permanentes para la ciudad que en Madrid no hicieron falta.
Además, según el diario brasileño el 70% (84 millones) lo aportarían los peregrinos. Entre los patrocinadores privados cita los bancos Itaú, Santander y Bradesco, las empresas alimenticias Ferrero y Nestlé, el restaurante McDonald´s y las agencias de viaje TAM y Havas, pero la mayoría de estas empresas, más que dinero, ofrecen bienes: alimentos, vales de comidas en sus locales, etc…
Las previsiones de la organización también prevén la creación de 20.000 puestos de trabajo en Brasil con motivo del evento. Si fuera así, serían cuatro veces más que en la JMJ de España.
La batería brasileña: el Mundial, las Olimpiadas
Lo que está claro es que la JMJ de Brasil 2013 abre una batería de grandes acontecimientos y atención mundial, que será seguida por el Mundial de Fútbol de 2014 y los Juegos Olímpicos de 2015: una campaña de promoción impagable para un país que quiere presentarse como eficaz y acogedor.
Una masa que protesta, un pueblo que celebra
Como ya sucedió en Madrid 2011, en la JMJ el mundo podrá además ver dos tipos de masas populares en la calle: unos con protestas sociales, otros de celebración espiritual.
Probablemente, en Río no se repetirán las tristes escenas groseras de concentraciones laicistas radicales gritando a niñas extranjeras de 13 años: los brasileños no tienen ese tipo de actividades que mancharon la imagen de Madrid ante el mundo entero.
Pero las concentraciones sociales pueden contrastar si degeneran en disturbios en alguna ocasión, con la multitud alegre, celebrativa y cívica de los jóvenes católicos.