(ANS – Kafroun) – Don Munir El Rai, Inspector de los Salesianos para Medio Oriente, recuenta lo que se está haciendo en la casa de Kafroun que, desde una estructura para actividades de verano y retiros, se ha convertido en estos meses de guerra en Siria, en un pequeño centro de acogida. Un oasis de diálogo y esperanza.
La casa Kafroun está situado en una zona verde y montañosa a unos 250 km al sur de Alepo. Se trata de una casa para las actividades de verano de la comunidad de Alepo y de Damasco, y también se utiliza para los retiros de los hermanos y de los grupos de jóvenes provenientes de las diócesis más cercanas, como Tartous y Homs.
En el verano la casa de Kafroun se convierte en un centro juvenil y oratorio para los pueblos cercanos. Los niños y jóvenes que viven más alejados son recogidos y llevados a casa por los medios de transporte de los Salesianos. Las actividades comienzan al final del año escolar en las escuelas primarias y secundarias, y dura hasta el inicio del nuevo año escolar. Son realizadas por dos o tres hermanos, con la ayuda de algunos de nuestros cooperadores, catequistas y animadores.
Cuando el pasado agosto la guerra llegó a Alepo, muchas familias perdieron sus casas y otros se vieron obligados a dejarla para buscar una mejor ubicación. La casa de Kafroun, gracias a don Georges Mouzaaber y don Daoura, y ahora don Luciano Buratti, abrieron las puertas a algunas decenas de familias de parientes de los salesianos, de los cooperadores y de los animadores, ofreciendo alojamiento y comida. Aquí se ha creado un clima de familia: participan en la oración de la comunidad salesiana, colaboran en el mantenimiento y en diversas labores de la casa, viven juntos momentos de fraternidad; los muchachos están inscritos en las escuelas de la zona y asisten regularmente, utilizando nuestros coches.
En las tardes de los viernes, sábados y domingos, la casa de Kafroun vuelve a ser «Centro Juvenil» y «Oratorio» para los jóvenes de las aldeas cercanas y lejanas. Cooperadores y catequistas desempeñan actividades educativas, catequéticas y espirituales, como lo hacían en Alepo, antes de la guerra. Y el domingo, se participa en la Santa Misa.
La fiesta de Navidad fue precedida por las confesiones de las personas desplazadas y los niños del Oratorio y fue seguida por un recital inspirado en la liturgia de Navidad. La fiesta de Don Bosco se celebró este año en presencia del obispo maronita de la diócesis de Tartous, que ofreció el almuerzo a todos los refugiados de la zona, los cristianos y los musulmanes, provenientes de las ciudades más devastadas por la guerra, como Alepo y Homs . La misa estuvo amenizada por la música y el canto, en un ambiente festivo de intensa fraternidad.
Paradójicamente, la desgracia de esta deplorable guerra que afectó a las ciudades más grandes de Siria, ha llevado a Kafroun frutos que quizás nadie esperaba o imaginaba, como la solidaridad y la ayuda mutua entre conciudadanos, cristianos o musulmanes, que favorecieron el mutuo conocimiento y la creación de una mayor fraternidad.