El secretario de Estado norteamericano, John Kerry, católico aunque públicamente partidario del aborto, se reunió este martes en el Vaticano con su homólogo, Pietro Parolin. La conversación, que se dilató durante una hora y cuarenta minutos, versó básicamente sobre el conflicto palestino y sobre la guerra en Siria, aunque también sobre las desigualdades económicas en el mundo, algo que la Santa Sede ha convertido en uno de los temas preferentes de su política exterior, según plasmó el Papa en su discurso al cuerpo diplomático de este lunes.
Kerry explicó con detalle a monseñor Parolin el plan de paz para Oriente Medio, muchos de cuyos puntos no son aún públicos, y con los que la Administración Obama pretende recuperar el liderazgo diplomático en la región, perdido tras la salida en falso al anunciado ataque en septiembre contra el régimen de Bachar al Asad y tras una actitud en la zona que Israel considera errática. Esta misma semana el ministro de Defensa israelí, Moshe Yaalon, provocó un incidente entre ambos gobiernos al declarar: «La única cosa que puede salvarnos es que Kerry gane el Premio Nobel y nos deje en paz».
También estuvo presente en la charla entre ambos mandatarios la visita que el Papa Francisco girará a Tierra Santa del 24 al 26 de mayo.
Obama quiere ver al Papa
Pero la verdadera noticia del día la ofreció Kerry al afirmar que el presidente Barack Obama «desea intensamente encontrarse con el Papa Francisco en un futuro próximo» que no precisó ni quiso la Casa Blanca que se entendiese como un anuncio.
Obama no ha ocultado su admiración por el Papa. Citó a Francisco el 4 de diciembre durante un discurso sobre cuestiones económicas en el Center for American Progress, en el histórico barrio de Anacostia en Washington: «La desigualdad se ha incrementado en el mundo desarrollado. Algunos habréis visto que la pasada semana el mismo Papa habló de esto con elocuencia. ´¿Cómo puede ser que no sea noticia que muera de frío un anciano en la calle y sí lo sea una caída de dos puntos en la bolsa?´», dijo entonces el presidente de Estados Unidos citando un pasaje de Evangelii Gaudium.
Y al día siguiente, en una entrevista a la MSNBC, definició a Francisco como «un mensajero extraordinariamente amable y conmovedor de la justicia y de la paz«.
Eso no ha impedido a Obama mantener vigente la orden del Departamento de Salud (el ya célebre «mandato abortista» de otra sedicente católica, la secretaria de Estado Kathleen Sebelius) que obliga a todas las empresas e instituciones del país, incluidas las católicas, a incluir en el seguro médico de sus empleados métodos anticonceptivos, fármacos abortivos y programas de natalidad artificial que la Iglesia rechaza.
Un mandato ministerial que potencialmente podría cerrar todas las escuelas y hospitales católicos del país, pero que está sufriendo continuos reveses judiciales ante los recursos planteados tanto por empresarios católicos como por comunidades religiosas.