Desde principios de mes, un joven sacerdote salesiano ucraniano, el padre Grigorij, se encuentra como capellán en la zona este de Ucrania para estar más cerca de tantos jóvenes soldados que se encuentran en esa región del país desde hace más de seis meses, donde las tensiones y los enfrentamientos con los separatistas prorrusos no ven el final.
La situación en estos momentos en Ucrania es muy inestable: el territorio ucraniano está ocupado por tropas extranjeras y grupos separatistas y en la región existen muchas zonas casi completamente destruidas con la población viviendo refugiada en los subterráneos desde hace meses.
El padre Grigorij comenta que «la tragedia ha tocado de diversas maneras a todo el país: hay muchas víctimas, incluso entre los civiles de Donetsk y Lugansk, y por supuesto muchas más entre militares y soldados jóvenes provenientes de todas las zonas del país que están luchando por un futuro mejor, por una mayor independencia y dignidad. Entre la gente se ha difundido un clima de desgana y cansancio a raíz de la violencia y la crisis económica».
A la pregunta «¿tienes un arma?», el joven salesiano padre Grigorij responde con una sonrisa: «Sí, el crucifijo».
El salesiano se encuentra en estos momentos casi en la línea de fuego; se comunica de vez en cuando con los familiares y hermanos de la Inspectoría, ya que el uso de los teléfonos móviles está prohibido y no puede indicar con exactitud el lugar preciso donde se encuentra porque las llamadas son interceptadas.