En declaraciones a la prensa este 5 de julio, el Director de la Sala de Prensa de la Santa Sede, P. Federico Lombardi, señaló que las recientes ordenaciones de 20 sacerdotes de la Fraternidad San Pío X (lefebvristas) son ilegítimas.
En respuesta a una pregunta de ACI Prensa el vocero vaticano dijo que «mientras la Fraternidad no tenga un estatus canónico en la Iglesia –subraya Benedicto XVI– sus ministros no ejercen un ministerio legítimo en ella«.
El sacerdote dijo también que este estatus no será definido «hasta que los asuntos doctrinales sean clarificados».
Recientemente los lefebvristas han ordenado sacerdotes en Suiza, Alemania y Estados Unidos. En la ceremonia de ordenación del 17 de junio en el seminario de Winona (Estados Unidos), el superior general de la Fraternidad San Pío X, Bernard Fellay, se valió de la homilía para atacar al Vaticano por su «inconsistencia en el diálogo» con su organización.
En esta ordenación de 5 sacerdotes, Fellay dijo que «cuando hablo de contradicción, mis queridos hermanos, me refiero a que ciertas personas en Roma nos consideran fuera de la Iglesia, excomulgados, e incluso como si hubiésemos perdido la fe y fuéramos herejes. Pero hay otros que claramente nos aceptan como católicos».
La Fraternidad San Pío X reúne a los seguidores del Arzobispo francés Marcel Lefebvre, quien muriera excomulgado en 1991, años después de ordenar a cuatro obispos sin autorización del Papa.
El 24 de enero de 2009 el Papa Benedicto XVI decidió levantar la excomunión que pesaba sobre estos cuatro obispos: Bernard Fellay, Richard Williamson, Alfonso de Galarreta y Tissier de Mallerais.
El 29 de enero, al final de la audiencia general, el Papa explicó que la decisión de levantar la excomunión, un «acto de paterna misericordia», la tomó porque los obispos hasta entonces excomulgados, «me habían manifestado varias veces su vivo sufrimiento por la situación en que se encontraban».
Benedicto XVI expresó su deseo de que «este gesto mío sea correspondido por el compromiso solícito por parte de ellos de dar los ulteriores pasos necesarios para realizar la plena comunión con la Iglesia, testimoniando así verdadera fidelidad y verdadero reconocimiento del magisterio y de la autoridad del Papa y del Concilio Vaticano II«.
Para precisar aún más los alcances del levantamiento de la excomunión, el 4 de febrero de 2009 la Secretaría de Estado Vaticano indicó en un comunicado que los cuatro obispos están obligados al «pleno reconocimiento del Concilio Vaticano II» y del Magisterio de todos los Papas posteriores a Pío XII.
El texto también solicitaba a uno de estos cuatro, el obispo negacionista del holocausto Richard Williamson, que tome distancia «públicamente y de modo totalmente inequívoco sobre sus posiciones en cuanto a la Shoah, no conocidas por el Santo Padre al momento del levantamiento de la excomunión».
La nota de la Secretaría de Estado Vaticano explicaba que «el levantamiento de la excomunión ha liberado a los cuatro obispos de una pena canónica gravísima, pero no ha cambiado la situación jurídica de la Fraternidad San Pío X, que en el momento actual, no goza de ningún reconocimiento canónico en la Iglesia Católica«.
«Además los cuatro obispos, si bien ya no están excomulgados, no tienen una función canónica en la Iglesia y no ejercen lícitamente un ministerio en ella«.
En octubre de 2009 el superior general de la Fraternidad, Bernard Fellay, señaló que el Vaticano consideraba la posibilidad de convertir a su grupo en una Prelatura Personal, una estructura similar a la del Opus Dei, como parte de las discusiones camino a la reconciliación.
Sin embargo, en enero de 2010 el obispo negacionista del holocausto y uno de los cuatro de la fraternidad San Pío X a quienes el Papa Benedicto XVI levantó la excomunión en 2009, Richard Williamson, señaló que las negociaciones de su grupo con la Santa Sede constituyen «una conversación entre sordos» en la que nunca se va a llegar a un acuerdo porque ambas posiciones son «absolutamente irreconciliables».
En febrero de 2011 Bernard Fellay confirmó esta opinión de Williamson y en una entrevista con los miembros en Estados Unidos de su organización, dijo que en el diálogo con la Santa Sede no han podido convencer a los representantes del Vaticano de hacer que la Iglesia regrese al estado anterior al Concilio Vaticano II, contraviniendo la voluntad del Santo Padre.
Fellay explicó en esa entrevista que la Santa Sede les señaló que «existían problemas doctrinales con la Fraternidad y que los mismos debían aclararse antes de un reconocimiento canónico» por parte de la Iglesia tras el levantamiento de las excomuniones.
Instrucción sobre la Misa en latín
Asimismo, en mayo de 2011, la Pontificia Comisión Ecclesia Dei dio a conocer una instrucción que reglamenta la celebración de la Misa en latín con el Misal de 1962.
Uno de sus principales puntos señala que quienes la soliciten no pueden ser contrarios al rito ordinario, extendido actualmente en toda la Iglesia Católica tras el Concilio Vaticano II, ni tampoco contrarios a la autoridad del Santo Padre.
Junto con la instrucción «Universae Ecclesiae» que reglamenta el Motu Proprio del Papa publicado en 2007, el Director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, P. Federico Lombardi, presentó una síntesis del primer documento en la que se indicaba lo siguiente:
«Es muy importante la aclaración (n.19), según la cual los fieles que piden la celebración en forma extraordinaria ‘no deben sostener o pertenecer de ninguna manera a grupos que se manifiesten contrarios a la validez o legitimidad de la forma ordinaria’ y/o a la autoridad del Papa como Pastor Supremo de la Iglesia universal. Esto estaría en total contradicción con el objetivo de ‘reconciliación’ del Motu proprio mismo».
Si bien el punto 19 de la instrucción Universae Ecclessiae no menciona a ningún grupo o persona en particular, algunos afirman que está dirigida a los lefebvristas agrupados en la Fraternidad San Pío X.
Cuando el Papa Benedicto XVI publicó el Motu Proprio Summorum Pontificum en 2007, los seguidores de Lefebvre reunidos en la Fraternidad Sacerdotal San Pío X, vieron con buenos ojos esta decisión de liberalizar la celebración de la Misa en latín que hasta ese momento solo podría celebrarse con autorización del Obispo.
Sin embargo, han mantenido a través de los años su rechazo al Concilio Vaticano II.