(ANS – Fossacesia) – «Me dirijo a vosotros en calidad de honesto testigo de una particular experiencia educativa, la experiencia salesiana». Fue la perspectiva de la doble intervención de Don Pascual Chávez, a los jóvenes de la archidiócesis de Chieti-Vasto, reunidos en Fossacesia el 3 y 4 de enero. Dos intervenciones que se han centrado en la identidad y la misión de los jóvenes cristianos; «más que una reflexión teórica, comparto con vosotros una práctica en acto.»
Más de 300 personas, entre párrocos, jóvenes y laicos, se reunieron en Fossacesia para profundizar y tratar sobre el tema de la fe. La iniciativa, promovida por mons. Bruno Forte, arzobispo de Chieti-Vasto, en el ámbito el Año de la Fe, tuvo como tema: «Creer en Jesús y seguirlo … es hermoso.»
Don Chávez, invitado como orador único, propuso dos intervenciones de contenidos temáticos progresivos profundizados por los participantes en las sesiones de diálogo con el ponente y los participantes.
La primera intervención – cuyo tema fue «Venir a la fe, los caminos de la fe para los jóvenes de hoy» – comenzó con una breve descripción de la realidad social y cultural contemporánea que existe en occidente y «se está extendiendo rápidamente también a otros continentes o contextos a través de una cultura globalizada, marcada por una visión materialista e individualista de la vida». Los jóvenes, que viven en un contexto caracterizado por la secularización social y preguntas de religiosidad, están abiertos a la fe porque están abiertos al futuro, el educador debe entonces «abrir estas rutas hacia el interior, ayudar a los jóvenes a hacer experiencias significativas que llenen el corazón: experiencias de silencio, de contemplación de la naturaleza, de comunicación profunda, de aceptación gratuita del otro, de servicio voluntario, …».
Don Chávez ha señalado algunas figuras bíblicas que siguieron los itinerarios de búsqueda de la fe: «La educación en la fe debe acercarse a la Palabra de Dios e imitar su pedagogía». Se centró, en particular, sobre Abraham y María, y finalmente sobre Cristo, principio y fin de la fe.
A continuación, presentó un bosquejo del joven cristiano, una persona que:
- vive la vida como una vocación;
- es capaz de hacer silencio, de escuchar la voz de Dios;
- está abierto a la esperanza y al optimismo;
- sabe ser persona de comunión, de diálogo, de aceptación y colaboración;
- vive con madurez y seriedad su trabajo cotidiano;
- siente y participa de las grandes aspiraciones y perspectivas de la humanidad y de la Iglesia.
De una manera más misionera fue la segunda intervención propuesta esta mañana sobre el tema: ir y testimoniar la alegría de la fe. Aprender a ser feliz convirtiéndose en misioneros de Cristo.
Citando el mensaje para la Jornada Mundial de la Juventud 2013 de Benedicto XVI dijo: «Hacer conocer a Cristo es el regalo más precioso que podéis hacer a los demás… La Iglesia, para continuar esta misión de evangelización, cuenta también con vosotros. ¡Queridos jóvenes, vosotros sois los primeros misioneros entre vuestros compañeros!» Por esto los jóvenes, llamados a ser discípulos de Cristo, están invitados a ser misioneros de sus compañeros. La evangelización tiene como modelo al Cristo Resucitado, la meta del encuentro con él en la Iglesia y como una manera de caminar con Él como discípulos de Emaús (vida y Palabra).
Todo esto implica, en los jóvenes y en sus educadores a:
- asumir con creatividad y entusiasmo la nueva evangelización, alcanzando el alma de la cultura, especialmente la de los jóvenes;
- recuperar la centralidad de Dios en la vida personal y comunitaria, asegurando una medida alta de vida espiritual en la comunidad y haciendo legible el testimonio comunitario del seguimiento de Cristo;
- apostar por la creación de comunidad con un auténtico espíritu de familia, rica de valores humanos y completamente dedicada al servicio de los jóvenes, especialmente los pobres, necesitados, marginados, para hacer casa y escuela de comunión;
- volver a dar sentido a las presencias apostólicas entre los jóvenes.