(ANS – Yurimaguas) – “Cuando el barco zarpó de Génova, viví uno de los momentos más hermosos de mi vida. Uno siente que cuando el barco se separa del puerto, con la lentitud inmensa sientes que se te muere todo. Mueren tus amistades, tu tierra, tu gente. Recuerdo haber rezado: ‘Señor, he perdido todo. Ahora no me queda nada más que Tú’”. Este fue un mensaje del P. Luis Bolla, misionero que para llevar la Palabra de Dios debía recorrer miles de kilómetros, perdido en la selva amazónica entre Perú y Ecuador, pero sobre todo trasportándose con uno pequeño barco llamado “Pekepeke”.
“Del Pekepeke al María Auxiliadora”. En efecto es un título que trae consigo la historia de más de 50 años del P. Luis Bolla y de todos los misioneros que pasaron por la Amazonía. El misionero salesiano llegó al Perú en 1984, desde entonces se internó en Kuyuntsa, centro poblado ubicado en el distrito de Barranca, provincia de Datem del Marañon, en la región Loreto.
“Yankuam Jintia”, que en español significa “Lucero del crepúsculo” que ilumina el camino. Este salesiano debía trasladarse de un lugar a otro, muchas veces caminando, en medio de la lluvia y del fango de la selva, y otras veces en medio del río. Su único medio era el famoso “Pekepeke”, una barca pequeña, que trasportaba a pocas personas durante horas con el único sonido: pekepekepeke.
Los salesianos que continúan la labor misionera en la zona, con la ayuda de la Fundación Don Bosco, lograron comprar este medio de comunicación. El P. Román Olesinski, SDB nos cuenta: “La embarcación que hemos inaugurado y bendecido se llama ‘María Auxiliadora» y estará destinada para largos viajes por los ríos. Es nuestro único medio de transporte para llegar a algunos lugares inaccesibles de la Amazonía. Las visitas a cada comunidad las llamamos ‘itinerancia’ que son las visitas pastorales de animación y evangelización en todas las comunidades cristianas indígenas que se encuentran en las riberas del río. Por medio del barco llegaremos a más de 120 comunidades. Las visitas duran 3 semanas y es el momento para visitar las escuelas y animar a los jovenes”.
El nuevo barco María Auxiliadora “se convierte en una casa – nos comenta el P. Román – Nos trasladamos de comunidad en comunidad. En el barco se duerme, se cocina. Es una casa flotante del misionero. Ya no escucharemos el sonido ‘pekepekepeke’ durante horas, porque ahora nos acompaña el barco María Auxiliadora”.