(ANS – Ciudad del Vaticano) – Domingo, 4 de septiembre, en un ambiente de alegría y la luz, el Papa Francisco ha inscrito a la Madre Teresa de Calcuta entre los santos, ofreciéndola como modelo de santidad para todo el mundo del voluntariado. Una mujer y una consagrada de nuestro tiempo que, guiada por el Espíritu, ha encarnado la misericordia tratando a cada persona, especialmente al pobre e indefenso, como un hombre y un hermano en el Señor.
Madre Teresa tuvo varios contactos con la orden salesiana y merece ser mencionada en particular el encuentro de 17 de abril de 1984 entre la madre y los Capitulares del CG22, dirigido por el Rector Mayor Don Egidio Viganó. He aquí algunos pasajes de esa intervención, que son como su mensaje a la congregación en la actualidad.
«Don Bosco tuvo un gran amor por los pobres, siempre vio a Jesús en ellos, creyó en la palabra de Jesús. Sabía, no sólo por un acto de fe, sino por una convicción profunda, que lo que estaba haciendo a los más pequeños lo hacía a Jesús mismo … Lo que me más me llama la atención en la juventud es el deseo de orar, y luego convertir esa oración en servicio. El servicio como fruto de la oración es realmente una cosa muy importante para vosotros y para nosotras … San Juan Bosco debe estar muy contento de ver que su Congregación conserva ese honor para los más pobres entre los pobres. Custodiad esto con vuestra vida, con vuestro trabajo, es el mayor regalo de Dios a vuestra Sociedad: el amor, el trabajo por los pobres. ¡No dejéis que nada ni nadie separe vuestro amor a Cristo del amor a los pobres! Es fácil dejar que alguno o algo os aparte de la alegría de amar y servir a los pobres. Ellos son el mayor regalo de Dios para nosotros. Hoy en día, el hambre no es sólo de un trozo de pan … es también el de ser amado, el de sentirse querido. La aportación del sacerdote es dar aquella paz y aquella alegría que brotan de amor. La desnudez no es sólo cuestión de una tela para vestirse, sino también la falta de dignidad, la pérdida de la pureza, la falta de respeto: muchos tratan a los pobres como si no fueran nada! … La gente está hambrienta de amor, hambrienta de estima; a menudo no tiene tiempo, ni siquiera de sonreír. Hay mucho sufrimiento en el mundo, precisamente porque cada uno está super ocupado. Para eso tenemos que estar presentes con nuestra oración, enseñar a la gente a orar, porque las familias que rezan juntas permanecen juntas, y si permanecen juntas, serán capaces de amarse unos a otros como Dios les ama a cada uno de ellos … Ayudémonos unos a otros con la oración y los sacrificios, para que podamos seguir siendo el amor y la compasión de Dios por todos aquellos que nos encuentren; para que podamos compartir con ellos la alegría de amar y servir a Dios «.